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El piloto alemán Michael Schumacher, el piloto más laureado de la
historia del Campeonato del Mundo de F1, pondrá punto y final a su carrera
a la conclusión de la presente temporada.
Schumacher se despedirá de la F1 tras el Gran Premio de Brasil, que
cerrará el campeonato el 22 de octubre.
"Michael Schumacher se retirará del automovilismo al final del
mundial del 2006", anunció la escudería Ferrari en un comunicado
divulgado tras el triunfo de Schumacher.
"No tengo palabras suficientes para describir todo lo que siento",
comentaba Michael. "Primero deseo pedir disculpas por anunciar mi decisión
de abandonar la F1 en un día de felicidad para todos los que amamos y
sentimos a Ferrari, pero había que decirlo. Desde que empecé en
los karts hasta ahora mismo he vivido momentos que nunca olvidaré y estoy
profundamente agradecido a todos quienes de un modo u otro han confiado en mí".
El piloto alemán de 37 años dirá adiós como dueño
de prácticamente todos los récords de la F1. Sus siete campeonatos
superan por dos a los cinco que logró el argentino Juan Manuel Fangio.
Y aún puede conseguir un octavo campeonato, ya que se encuentra a dos
puntos del líder español Fernando Alonso.
"Tarde o temprano sabía que iba a llegar este día y siento
que este es el momento", declaró Schumacher.
Las reservadas apariciones en público del multimillonario reforzaron
en la opinión pública la impresión de que se trata de un
"robot de carreras". Es desconfiado en el trato con periodistas, debido
en parte a numerosas negativas experiencias, y presupone una trampa en cada
pregunta. Pese a todo el revuelo, su vida privada es tabú. Son escasas
las historias familiares y las fotografías con los suyos.
Su superioridad y su desconsiderada manera de actuar en las pistas no le ganaron
tampoco las simpatías de los demás pilotos. Él es la "superestrella",
lo describió el jefe de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone.
Junto a sus triunfos, Schumacher protagonizó también algunas
sonadas polémicas. Como cuando intentó expulsar de la pista al
canadiense Jacques Villeneuve en 1997 en Jerez cuando ambos se jugaban el título
mundial, o este mismo año cuando "aparcó" su Ferrari
en Mónaco para obstaculizar la vuelta rápida de Fernando Alonso.
En todas esas ocasiones el campeón fue atacado con crudeza, y jamás
reconoció su culpabilidad. Pero Schumacher lucha también por sus
colegas. Así por ejemplo, financia prácticamente solo la organización
de pilotos GDPA y fue siempre un abanderado de la seguridad en los circuitos.
Pero su carta de presentación fueron siempre sus victorias, que le convirtieron
en uno de los deportistas mejor pagados del mundo con unos ingresos anuales
estimados en 70 millones de dólares, codeándose durante años
en las listas de los más ricos con Michael Jordan o Tiger Woods.
"Fue un día especial. Está la victoria, pero también
mi futuro. Ha llegado el momento de anunciarlo: era mi último GP de Italia.
Me retiro a finales de año. El deporte del automóvil me ha dado
buenos y malos momentos, de esos que hacen que la vida merezca ser vivida'',
confesó Schumi.
"Doy las gracias a mi familia, mi difunta madre, mi esposa y mis hijos
por su apoyo; sin ellos no habría conseguido todo esto. Nunca podré
darles las gracias suficientemente'', recordó el piloto que inició
con el equipo Jordan en la Gran Carpa en 1991, siguió con Benetton cuatro
años y culminaría su carrera con Ferrari.
"Pensé que era correcto y justo encontrar el momento en el que
Massa tuviera la posibilidad de decidir sobre su futuro. Yo tuve muchos éxitos
y momentos bonitos, y no se puede poner uno en el camino de un joven que además
es un tipo fantástico'', afirmó Schumacher, y advirtió
que se irá "en la cima, así que haré todo para ganar
las tres últimas'' carreras.
Sus padres regentaban una pista de Karts en Kertel y con apenas cuatro años
Michael ya disfrutaba adelantado a sus pequeños rivales. Tras una progresión
impecable tuvo su primera oportunidad en un escenario tan majestuoso como Spa
Francorchamps el 25 de agosto de 1991. El francés Gachot había
sido encarcelado tras una pelea con un taxista en Londres y Eddie Jordan tuvo
que buscarle un sustituto de urgencia para aquel Gran Premio. Se fijó
en Schumi, entonces enrolado en el equipo de jóvenes promesas de Sauber
Mercedes para las 24 Horas de Le Mans. En un circuito complicado y que desconocía
por completo, Schumacher realizó el séptimo tiempo en la clasificación.
En la carrera no tuvo suerte. Rompió el embrague de su Jordan Cosworth.
Aquella misma semana Flavio Briatore le fichó para Benetton. Al año
siguiente, Michael volvió a Spa para ganar. El resto de la historia,
que tuvo su punto de inflexión con su fichaje por Ferrari en 1996, ya
es conocida.
Casado con Corinna y padre de dos hijos, Gina María (9) y Mick (7),
Schumacher es extremadamente celoso de su vida privada y su familia, a la que
se dedica en cuerpo y alma cuando no está en las carreras. Trabajador
incansable, obsesivo, exigente consigo mismo y con los que le rodean, el ‘Kaiser’
sabe cómo motivar a los miembros de su equipo y hacerles sentir partícipes
de sus victorias. No olvida jamás el cumpleaños de sus mecánicos
y es distendido en el trato personal, aunque su imagen de cara a la galería
es la de un alemán frío e imperturbable.