Este 911 Turbo presenta un aumento importante de la potencia respecto a su antecesor.
Se produce una ganancia de 60 CV, lo que supone que cada uno de los 3,6 litros
de capacidad del motor bóxer entrega 133 CV para totalizar 480 CV.
Con el nuevo motor, el 911 Turbo alcanza 310 km/h de velocidad máxima,
acelera de 0 a 100 km/h en 3,7 s y de 0 a 200 km/h en 12,2 s. La recuperación
de 80 a 120 km/h en 5ª es igualmente rápida: tarda 3,8 s en esa
medición. El consumo medio homologado es 12,8 l/100 km, poco si tenemos
en cuenta las prestaciones; con relación al anterior 911 Turbo, ha bajado
un diez por ciento.
Si estas prestaciones son de vértigo, aunque no lo parezca, son mejorables.
Se puede adquirir el “Paquete Sport Chrono Turbo”, opcional y disponible
por primera vez en este modelo. Gracias a este paquete, el conductor puede activar
durante un período de tiempo un breve plus de potencia (overboost) con
la pulsación de la tecla “sport”. Esto se logra a través
de un aumento de presión del turbo, de 0,2 bares, durante 10 segundos,
que hace que el par máximo se eleve hasta los 69,3 mkg y la recuperación
de 80 a 120 km/h en quinta en la versión manual se realiza en 3,5 segundos
(0,3 segundos menos que habitualmente).
El secreto de estas fenomenales prestaciones hay que buscarlo, en gran medida,
en los dos turbocompresores con turbina de geometría variable, que se
incorporan por primera vez en un motor de gasolina.
Los frenos son de discos ventilados y perforados, de 380 mm de diámetro
delante y 350 mm detrás, con pinzas monobloque de seis pistones. Opcionalmente
puede tener los discos cerámicos PCCB.
Entre los elementos que distinguen exteriormente al Turbo están las
entradas de aire frontales y laterales, la posición de los faros antiniebla,
un alerón trasero distinto y la forma de las salidas de escape, entre
otros detalles. Tiene de serie faros de xenón dobles e intermitentes
delanteros de diodos.