Por mi trabajo visito bastante a menudo los diversos puntos de intercambio
de viajeros. Llevo y voy a recoger a mis clientes, al aeropuerto, estación
de tren y también a la estación de autobuses.
Recién inaugurada la nueva estación de RENFE de Urzáiz,
o lo que es lo mismo, la vieja y mítica estación de “toda
la vida“ de nuestra ciudad de Vigo, voy a recoger a unas clientas.
Al desconocerla, aparqué el taxi en la primera entrada de parking que
vi al llegar. Y mientras las esperaba, me fui a dar una vuelta por las instalaciones
para “echar un vistazo“. Cual fue mi sorpresa cuando empecé
a echar de menos muchos elementos, primordiales en nuestro día a día.
Mi servicio de taxi es de lo más variopinto. Llevo y traigo a los chiquillos
que se van de marcha por las noches, como llevo a una mujer en silla de ruedas
al centro de salud, y si hace falta espero por ella.
Debido al gran popurrí de clientes, me veo a veces en situaciones incómodas,
peleándome con las trabas arquitectónicas, y a veces también
culturales, para poder trasladar cómodamente a mi cliente, donde quiera
que fuere su destino.
Muchas veces estas situaciones se convierten en escenas cómicas, porque
a veces hay que tomárselo así. Lo que no me esperaba es que una
estación nueva y moderna como es la nueva estación, careciera
de las medidas más básicas para la vida actual de muchas personas.
Estas son; personas con movilidad reducida, familias con hijos y con todo lo
que eso supone, sillas de bebé, etc. Un claro ejemplo de esta falta de
sensibilidad es el acceso al parking superior, provisto de unas escaleras metálicas
y por tanto resbaladizas ante nuestra climatología y desnudas a la intemperie
o a lo que quiera caer. Porque nuestra preciada Galicia se caracteriza precisamente
de riegos frecuentes para nuestros maravillosos bosques y montes.
Cómo es posible que una “moderna“ estación de tren,
punto de intercambio socio-cultural, pueda carecer de un acceso con ascensor
y rampa hacia toda una planta de parking, y que esta sea totalmente descubierta
ante las inclemencias atmosféricas?. Qué pasa con todas esas personas
con movilidad reducida, papis con los carritos de sus bebés, maletas
pesadas y personas mayores tirando de ellas, muletas, bastones y un largo etc?
Otro de los aspectos que me ha llamado la atención es su espacio. No
sé donde pudo haber ido el maravilloso espacio que poseía la anterior
estación, cuya sensación al entrar era la de amplitud y la de
“Bienvenidos al comienzo de nuevas experiencias!“, Mientras que
ahora es un “Bienvenido?“
Sensación claustrofóbica tanto en la entrada como en la salida
de los pasajeros, al encontrarse los viajeros que llegan y los familiares y
trabajadores que esperan, en una sala de espera repleta de asientos y falta
de espacio, colapsando la única puerta que hay para desembarcar y para
embarcar, en contra de toda la fluidez que requiere el hecho de querer llegar
a sus destinos.
Seguimos con las trabas a la hora de pensar en las personas: solo dos ascensores,
cuya capacidad se limita a dos sillas de ruedas cada uno, con acompañantes
bajos en colesterol, atléticos y de buen ver. Una gran explanada delante
de la estación nos advierte que los días de tormenta, lluvia y
aguaceros, debemos estar preparados para el sprint hacia el coche o para coger
algún taxi, sin asegurarnos el poder eludir una buena mojadura mientras,
durante y después de la salida de la estación. No quiero ni pensar
en todas las personas con maletas más allá del simple maletín
de mano, carros de bebés, sillas de ruedas, etc. Para los pasajeros y
para los taxistas. Bien se podría haber hecho una marquesina que uniera
el espacio reservado para el servicio público, autobús y taxi,
con la salida-entrada de la estación. Pero es que en Galicia nunca llueve.
El color verde de nuestros mapas es solo color esperanza.
Seguimos con más características de la nueva estación.
Para los servicio públicos que legalmente venimos a recoger a nuestros
clientes, tenemos la falta de un lugar delimitado para aparcar durante los 5
minutos que les puede llevar el salir del tren hasta nuestros coches. Ya que
el precio del parking es prohibitivo para los que nos dedicamos, a menudo, a
darle este servicio a los que fielmente cuentan con nosotros. No nos olvidemos
que en la “vieja estación de tren“ disponíamos de
15 minutos para poder recoger y llevar a nuestros pasajeros, fuésemos
servicio público o particular. Pero es que últimamente está
de moda el cobrar por cada metro de servicio que podamos usar. Véase
nuevo hospital Álvaro Cunqueiro, aunque ese es otro cantar.
Pues menos mal que se trata de servicios de primera necesidad.
Pues menos mal que se supone que se modernizan las instalaciones pensando en
las personas y en las necesidades básicas de las que tenemos que disponer
en el día a día!
Pues menos mal!!!
Una estación fría y gris, que escapa de la idea de unir conceptos,
culturas y ciudades, como en su caso debería ser. Se supone que con el
tiempo debemos avanzar en acercar a las personas, en abrir nuestras ciudades
al turista y al nativo, para facilitarles la entrada en la ciudad, para que
se queden con una sensación de “Bienvenidos“ a esta nuestra
ciudad.
Pero la impresión que yo me llevo es la de rechazo, la de separatismo
cultural y social. La de aislamiento.
Por otro lado, el diseño de esta nueva estación, por todo lo anterior
dicho, y en los tiempos que vivimos, donde ya está más que aceptado
que en nuestra sociedad tenemos cabida todos, y debería de ser así
en todos los ámbitos, facilitándonos el día en día
en todas nuestras diferencias, aceptándonos como iguales dentro de nuestras
diversidades, me parece todo lo contrario, calificándolo a título
personal, de un insulto a las personas."