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POR FIN, ADIOS 2011
Aun vamos a tener que aguantar treinta y tantos largos días para decir
adiós al desastroso 2011, y aun que estoy deseando, como muchos de vosotros,
arrancarle la última página al calendario, no estoy seguro si alegrarme
o echarme a temblar de lo que pueda traer el futuro.
Las políticas de quienes han gobernando estos últimos años
no se han orientado precisamente a mejorar la imagen de la moto, tampoco a fomentar
su uso, ni a considerarla como una de las mejores alternativas que se han inventado
para facilitar la agilidad del tráfico rodado y reducir la contaminación
atmosférica de nuestras ciudades, sino todo lo contrario. La moto, o mejor
dicho, los motoristas, estamos mal vistos, perseguidos y discriminados frente
a otros usuarios de la vía pública con una intensidad que en muchos
casos traspasa los límites de la constitucionalidad, y nosotros, que según
la DGT sumamos la nada despreciable cifra de 5 millones de usuarios, nos limitamos
a lamentarnos esperando que acaben con nosotros sin hacer nada por evitarlo.
Las motos no son del agrado de quienes mandan, y empiezo a pensar que el motivo
no tiene nada que ver con su peligrosidad ni con que les estropeemos sus maquilladas
estadísticas sino porque nos tienen un miedo atroz. No porque seamos esos
vándalos y delincuentes que quieren hacernos parecer ante la opinión
pública, que no lo somos, sino porque si fuéramos capaces de hacer
causa común para exigir nuestros derechos les daríamos muchos dolores
de cabeza. Y eso, si pueden evitarlo, nunca lo van a consentir porque si colectivos
mucho menos numerosos que el nuestro son capaces de sacarles todo lo que se proponen,
imaginad lo que podríamos hacer (cambiar) 5 millones de personas defendiendo
nuestros intereses.
El mes pasado, antes de las elecciones, los responsables del Movimiento en Defensa
de la Moto hicieron una ronda de entrevistas en algunos partidos políticos
para ver de qué pie cojeaban en cada uno y la conclusión fue demoledora.
Contestacio nes evasivas, palmaditas en la espalda, buenas palabras y muchas,
muchas promesas de que “estudiaran” nuestras peticiones, así
que visto el caso que nos hacen y que nos tratan como a ese niño caprichoso
al que se le da la razón para no discutir con él, quizás
habría que empezar a buscar la fórmula de amargarles la vida en
la misma medida que ellos nos la amargan a nosotros. ¿Movilizaciones?;
¿Colapso circulatorio? ¿Aparcar en horas punta ocupando cada moto
el sitio de un coche?... Se admiten sugerencias, y al que proponga la idea con
más mala leche (que se pueda llevar a cabo) le prometemos un premio.
Feliz Navidad a todos y hasta el año que viene.
Fdo:
Daniel Gil-Delgado
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