La drástica subida de las multas por algunas infracciones parece no asustar a un buen número de conductores. Durante el primer día de entrada en vigor de la reforma de la Ley de Seguridad Vial, en un día de trabajo de una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico en la A-6. Los resultados, tras casi cinco horas de control, son para echarse las manos a la cabeza.

Sesenta y seis conductores sobrepasaron ampliamente los límites de velocidad establecidos, a pesar de que estaban anunciados los controles de radar. A esa lista de infracciones hay que añadir también varias por el uso del móvil, otras por falta de documentos obligatorios en los vehículos y una por llevar un bebé en el asiento delantero sin la debida precaución. Este grupo de despropósitos es el pan nuestro de cada día para los agentes en las carreteras gallegas.

Es una ley muy severa, pues puede multar hasta con 300 euros al conductor que hable por teléfono móvil mientras maneja, o que no use el cinturón de seguridad o viaje con niños pequeños desprotegidos.

La legislación argumenta que hay ciertos comportamientos cuya incidencia en la seguridad vial está demostrada y hasta ahora no estaban suficientemente castigados, lo cual aceptan las asociaciones de automovilistas y las autoescuelas.