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FINAL PARA RIVAS
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El sueño del lucense afincado en Sanxenxo José López Rivas
se vio truncado a sólo cuatro etapas del final del Dakar Argentina-Chile
2010. Una avería en su Mitsubishi L200 obligó al único gallego
en la mítica competición a no tomar la salida de la décima
jornada de la ‘edición más dura de la historia’, tal
y como asegura el piloto.
Cuatro etapas no son nada y, a la vez, son un mundo. Cada día es una auténtica
aventura en el Dakar. Más todavía en la presente edición
del mítico rally, que por segundo año seguido transcurre por Argentina
y Chile. El gallego José López Rivas, lucense afincado en Sanxenxo,
se vio obligado a abandonar antes de tomar la salida en la décima etapa
de la prueba por una avería en su Mitsubishi L200. Sólo quedaban
cuatro días por delante. Nada y todo. López Rivas y su copiloto
Joan Rubí se vieron forzados a decir adiós cuando se les rompió
el tránsfer de su coche en el tramo de enlace de la novena etapa, de 400
kilómetros de distancia. Fue ahí, entre Copiapó y La Serena,
cuando el Mitsubishi L200 que pilotaba el gallego dijo basta. ‘El vehículo
no se movía y no tuvimos opción alguna de reparar la grave avería’,
señala López Rivas.
Sensación agridulce
La sensación es agridulce. Por un lado, el equipo ha hecho el mejor de
los cinco Dakar en los que ha participado. Cada etapa superada era un auténtico
éxito. Muchos cayeron antes. ‘El día que rompimos, sólo
habían salido unos sesenta vehículos y ochenta habían caído
ya. Nosotros eramos el único equipo español superviviente’,
dice desde Sudamérica López Rivas. Satisfecho, por supuesto, pero
consciente también de que el sueño estaba ahí, a la vuelta
de la esquina. ‘Nos quedamos a las puertas de conseguir terminar la que
ya se considera edición más dura del Dakar’, apunta. Y es
que son muchos los pilotos de coches, motos o camiones que se han quedado en
el camino. A pesar de que el rally cumple su segundo año fuera de África
y sus peligros, la organización ha sabido crear un recorrido entre Argentina
y Chile extremadamente difícil. Cualquier cosa te puede pasar durante
los miles de kilómetros que componen la prueba. Como que se rompa una
pieza. Y adiós.
Noticia extraída
de: atlantico.net
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