Documento sin título
Ser piloto de F-1 y haber nacido en Gran Bretaña otorga un plus a la hora
de ser campeón del mundo. Eso es, al menos, lo que se desprende de la estadística
del campeonato. En sus sesenta años de historia, sólo 31 han inscrito
su nombre en el palmarés. Y de ellos, diez son británicos. El último,
Jenson Button. Al volante del nuevo Honda (con otros colores y cambio de nombre)
ha logrado el título, a falta de la cita de Abu Dhabi, con seis victorias,
cuatro poles y dos vueltas rápidas.
El piloto de Brawn entra en la lista de elegidos sucediendo a su compatriota
Hamilton, campeón con un triunfo menos que él. Son los dos últimos
de la gloriosa historia de la F-1 británica.
El pionero fue Mike Hawthorn, que dio paso a Graham Hill y sus dos títulos
en la grandiosa década de los sesenta, ya que también Jim Clark
(en otras dos ocasiones), John Surtees y Jackie Stewart (el primero de sus tres
campeonatos) escuchaban el 'God save the Queen' en su honor al acabar la temporada.
Precisamente este velocísimo escocés es el gran referente británico,
además del primer gran luchador por la seguridad. Mítica es su
frase: "Jim Clark vive para correr, yo corro para vivir".
El siguiente en la lista fue James Hunt, ganador de un título marcado
por el grave accidente de Niki Lauda. Después vino Nigel Mansell que
logró por fin su corona en 1992, tras tres subcampeonatos, y en 1996
Damon Hill dominó con mano de hierro el Mundial (ganó la mitad
de las carreras) y se convirtió en el primer piloto de segunda generación
campeón de F-1.
Las Islas tienen un dominio total
Como nación, Gran Bretaña no tiene rival en las clasificaciones,
tanto en número de pilotos campeones como de títulos totales.
Hasta catorce países tienen ganadores y hay que destacar que si bien
en la tabla de números de pilotos (a la izquierda) Alemania, Argentina
y Francia ocupan lugares retrasados, distinto sería en el número
total de títulos. Ahí Michael Schumacher, Fangio y Prost estarían
en el 'Top5'.
Noticia extraída
de: as.com