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La sentencia estaba cantada, pero la Corte de Apelación de la Federación
Internacional de Automovilismo (FIA) debía confirmarla. Todos daban por
supuesto que Fernando Alonso podría correr en Valencia el próximo
domingo. Sin embargo, hasta ayer por la mañana no se reunieron los cuatro
jueces que debían decidir. Al final, Apelación permitió que
Renault participe en el Gran Premio de Europa, le amonestó por el fallo
mecánico en el que incurrió en el de Hungría y le multó
con 30.000 euros.
"Somos conscientes de que algo hicimos mal", dijo Steve Nielsen,
mánager de Renault, al salir de la reunión de París; "sin
embargo, no creo que fuera tan grave para ser tratado como un crimen. La sanción
era injusta a todas luces". Renault fue penalizado en principio con una
carrera de exclusión porque permitió que Alonso saliera a la pista,
tras el primer repostaje, sabiendo que llevaba la rueda delantera derecha mal
puesta y que eso creaba un peligro inminente. Durante el proceso, Ali Malek,
abogado de Renault, argumentó que el equipo no pudo reaccionar a tiempo
y obligar a parar a Alonso porque no conocía aún el problema cuando
salió del pit-lane. "Los únicos que lo sabían eran
los dos mecánicos que habían trabajado con aquella rueda. Pero
no pudieron comunicar su error al equipo de forma inmediata, antes de que ocurriera
el incidente en la pista".
Cuando salió a la pista, Alonso notó que el comportamiento de
su coche no era correcto y habló por radio con su taller. "Creo
que he pinchado", dijo justo antes de que le saltara el tapacubos y de
que, segundos después, la rueda delantera derecha volara por los aires
porque no había sido fijada tal y como manda el reglamento. "Es
evidente que se trata de un incidente grave", proclamó durante el
proceso Paul Harris, abogado de la FIA; "los mecánicos son empleados
de Renault y, por tanto, la responsabilidad de sus actos la tiene el equipo.
Renault no puede alegar simplemente que no pudieron comunicarse con los ingenieros.
Dos errores no producen una conclusión correcta".
Sin embargo, los argumentos de Harris tenían poca consistencia y, además,
toda la apelación estaba envuelta en unas circunstancias muy especiales
que, al final, iban a determinar la sentencia. Renault era culpable de un error,
pero en condiciones normales ni siquiera habría existido sanción.
Los comisarios de pista actuaron en Hungría condicionados por los accidentes
que acababan de sufrir Henry Surtees, que falleció como consecuencia
del golpe en la cabeza de una rueda de otro coche en una carrera de F-2, y Felipe
Massa, que recibió el impacto de un muelle desprendido del Brawn de Rubens
Barrichello durante las vueltas de clasificación. Además, la FIA
recibió presiones de todo tipo las dos últimas semanas para que
Alonso pudiera competir en Valencia.
"Sería injusto para Alonso y para Valencia que Renault no pudiera
competir", había declarado Carlos Gracia, presidente de la Federación
Española de Automovilismo. Y Valmor, empresa organizadora, y las instituciones
valencianas mostraron su indignación todavía con más fuerza
cuando se anunció que el alemán Michael Schumacher, heptacampeón
mundial, no sustituiría a Felipe Massa en Ferrari.
Alonso correrá en Valencia junto al suizo Romain Grosjean, su nuevo
compañero. Puede que éste sea el último impulso para salvar
la taquilla de una prueba que está en pérdidas.
Noticia extraída
de: ElPaís.com