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Tras el éxito cosechado con las dos anteriores generaciones del Renault
Scenic, del que se han vendido en España un total de 400.000 unidades,
le ha llegado el relevo al monovolumen compacto de Renault. Para esta edición
adopta las mejoras introducidas en el último Renault Mégane, entre
ellas su bastidor revisado y la dirección mejorada.
Se conduce prácticamente igual que un turismo y sus capacidades dinámicas
están a muy buen nivel, con un alto agarre en curva, poquísimo
balanceo de la carrocería y una gran sensación de seguridad, al
mismo tiempo, resulta cómodo y silencioso.
Los precios comienzan en los 17.450 euros de la versión 1.6 de gasolina
con 110 CV y el habitáculo de 5 plazas y los 27.400 euros que cuesta
el de siete plazas con el motor dCi de 160 caballos y el cambio automático.
El nuevo modelo ya está a la venta en el mercado español.
El nuevo modelo se ofrece con dos versiones de su interior, la de siete plazas
con las dos traseras de la última fila escamoteables y una de cinco plazas
en el que las plazas traseras de la segunda fila son más amplias y también
su maletero ofrece una mayor capacidad de carga.
Esta capacidad de carga ha sido una de las claves a la hora de desarrollar
el nuevo modelo. Los técnicos de Renault han repartido por todo el habitáculo
diversos huecos portaobjetos, muy necesarios en un vehículo de este tipo
para cubrir todas las necesidades. En concreto son más de cuarenta repartidos
por todo el habitáculo, hasta en los sitios más insospechados.
Con ello se consigue un volumen total de 92 litros para guardar cosas. Entre
ellos cabe destacar los 2 cajones bajo los asientos, las seis bolsas de tipo
canguro y una guantera de 11 litros.
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Aunque la postura de conducción sigue siendo típica de monovolumen,
el volante queda ahora más vertical que antes. También ha mejorado
la visibilidad, pues los pilares delanteros no son excesivamente gruesos. Como
opción se puede equipar una cámara de visión trasera que
complementa los sensores de aparcamiento delanteros y traseros, y cuya información
se visualiza en la pantalla del navegador y en la del cuadro de mandos, que
hace las veces de velocímetro, cuentavueltas y ordenador de viaje. Salvo
en el acabado básico, ésta es en color y de dimensiones generosas,
además cuenta con varias configuraciones posibles para adaptar la información
mostrada a nuestro gusto. Salvo por este detalle, el resto del salpicadero es
muy similar al del Renault Mégane, al igual que los plásticos
blandos que lo conforman.
Salvo en la versión de menor equipamiento («Authentique»),
la instrumentación está mostrada en una pantalla «TFT»
configurable. En ella, el conductor puede elegir, entre varias posibilidades,
la información que muestra en cada momento. Una curiosa función,
aunque no muy práctica, es que se puede seleccionar entre dos tipos de
cuenta revoluciones, de los cuales uno simula al clásico de aguja.