Tiene un nuevo cinco cilindros 2.5L de 150 hp montado transversalmente que tiene la misma cilindrada, pero nada más, que los viejos I-5 de Ingolstadt. Ésta es la nueva unidad básica que remplaza al anterior motor I-4 2.0L ahora jubilado. Aunque el motor entrega —siendo caritativos— una aceleración un poco mejor que el anterior (9.4 segundos de 0 a 100 km/h), mejor considere las alternativas turbocargadas, como el interesante diesel 1.9L y, más adelante, el cuatro cilindros 2.0L de 200 hp con inyección directa.

Irónicamente se trata de un motor que, en esencia, es la mitad del V10 de 5 litros que anima al Lamborghini Gallardo. Pero cualquier parecido con el propulsor del deportivo italiano se limita al papel.
Las cosas mejoran cuando la potencia pasa a la transmisión. La caja automática de seis velocidades prepara el engrane correcto de manera confiable aunque, al desacelerar y aplicar los cambios a bajas, se puede sentir un tirón ligero.
La transmisión es a las ruedas delanteras y el cambio automático de 6 velocidades es suave y cumple sin problemas. El esquema de suspensiones es la tradicional combinación de conjuntos MacPherson delante y un eje multibrazo atrás. El resultado es un buen compromiso entre estabilidad y confort, sin pretensión deportiva ninguna pero con una buena calidad de rodadura.
El equipamiento del nuevo Jetta es bastante completo y además de la habitual lista de airbags (un total de 6) destaca el sistema de control de estabilidad (ESP), el climatizador automático, el control de crucero y el equipo de música con CD. Con la lista de opciones se puede dejar el auto a tope de equipo.


El Jetta es una pieza seductora, la opción más económica para entrar al club de propietarios de sedanes alemanes; está lleno de detalles, como su conducción precisa como bisturí y presencia de hombre de negocios.