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Este es el problema de tener una flota de coches que se compone exclusivamente
de SUV’s y grandes monovolúmenes, que son los primeros segmentos
en caer en las ventas cuando los bancos no conceden los créditos necesarios
para su compra.
La razón es que no puede afrontar una mareante deuda de más de
77.000 millones de dólares, y apenas tiene liquidez para pagar los salarios
de sus empleados. Su casa matriz SAIC ha decidido no inyectar dinero en SsangYong
por lo que parece abocada a desaparecer. Así pues, más de 8.000
trabajadores de todo el mundo están cerca de perder su empleo, uniéndose
a la lista de despidos que desde hace semanas azota el mundo automovilístico,
e industrial en general.
Las ventas de noviembre cayeron en un 63% interanual, a 3.835 unidades.
Realmente es una pena porque la marca coreana cada vez estaba haciendo mejor
las cosas y manteniendo unos precios muy económicos. De hecho, el último
C200 Concept parecía una auténtica maravilla comparado con los
Rodius y Actyon. Ojalá puedan aguantar, pero será difícil.
El futuro de SsangYong mostraba una cierta precariedad viendo las noticias
de los últimos meses, pero con la de hoy, nos deja preguntándonos
si la compañía de Seúl tiene el fuelle necesario para salir
adelante. Con un catálogo a punto de ver una profunda renovación
y el Chairman W recién lanzado, sería una lástima que SsangYong
terminara en la indigencia, sin dinero para ejecutar sus planes e ignorada por
su propia familia. Veremos si finalmente SAIC se pliega a las súplicas
de ayuda o si por el contrario decide seguir apretando las tuercas para demostrar
quién es el jefe.